Tormenta (foto: Pixabay)

Diccionario histórico de la lengua española

La vida de las palabras: higroscopios e higrómetros

23 de Marzo de 2021

¿Cuál es el origen de las palabras? ¿Cómo ha evolucionado su uso? En una nueva edición de «La vida de las palabras», una serie de artículos dedicados a bucear en los orígenes de algunos vocablos, hablamos de higrómetro e higroscopio coincidiendo con la celebración del Día de la Meteorología. Recuerde que el Diccionario histórico de la lengua española ofrece esta información pormenorizada gracias a exhaustivos métodos en los que confluyen la lingüística, la filología y la informática. 

El higrómetro, un instrumento que sirve para medir la humedad atmosférica, presenta sus primeros testimonios en español a principios del siglo xviii, en obras como el Compendio mathematico (1712) de T. V. Tosca. Y a finales de esa centuria figura, en la sección «Noticias particulares de Madrid», del Espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa (Madrid), con el complemento de cabello (en otros testimonios con los complementos a cabellode pelo o de Saussure) para referirse a un higrómetro de absorción que utiliza un cabello tensado entre un extremo fijo y una pieza móvil.

Su funcionamiento se explica en el primer tomo de los Elementos de Ciencias Naturales de F. Chabaneau: «El mecanismo del hygrómetro de Saussure [...] es bastante sencillo, pues consiste en atar á un punto fixo uno de los cabos del cabello preparado, y mantener el otro pendiente por la hoja inferior de una pinza doble y movil; la hoja superior se prende en una chapita de plata muy fina que se dobla con facilidad, la qual va arrollándose en un cilindrito que tiene una aguja ligera á uno de sus extremos para señalar sobre un quadrante todos los movimientos del exe. Al cabello le tiene tirante un contrapeso de 3 á 4 granos, suspendido en un hilo de seda muy fino, que se arrolla en el mismo cilindro al contrario de la hojita de plata. [...] La construccion del hygrómetro de que tratamos, se funda en que el cabello tiene la propiedad de alargarse quando se humedece, y encogerse quando se seca».

Indudablemente, el higroscopio fue más conocido y familiar que el higrómetro; aunque este vocablo también designaba un instrumento para medir la humedad atmosférica, su éxito vino de la mano de la popularización de unos objetos que manifestaban las variaciones de la humedad de la atmósfera, una especie de juguetes científicos que, como se indica en un artículo publicado en 1905 en Madrid Científico, mostraban, normalmente por medio de distintas figuras (frailes, casas, niños), «la proximidad de la lluvia» o los períodos en que «el tiempo está seco o sereno».

Explica su funcionamiento G. Vicuña en el Manual de meteorología popular: «Se venden hoy por poco dinero higroscopios fundados en la diversa coloración que adquiere una tela impregnada de ciertas sustancias, azul cuando está seco, rosáceo si muy húmedo, y de lila en los intermedios, indicando así algo relacionado con la lluvia». Y en 1906, en un artículo de La Actualidad (Barcelona), se describe con más detalle este curioso artefacto: «Si queremos saber sencillamente si el aire es húmedo o seco, y por consiguiente, si el tiempo es o no de lluvia, consultaremos un pequeño aparato llamado higroscopio. Tal es, por ejemplo, el capuchino que se ve en los aparadores de los ópticos, cuyo capuchón fijo a un trozo de cuerda de guitarra que se destuerce con la humedad, cubre la cabeza del personaje si ha de llover y la descubre por el contrario cuando hace buen tiempo y es seco el aire».

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