amarmotado

Se documenta por primera vez, con el valor 'típico o característico de la marmota', en 1951, en "Página de humor. Cosas de «afuera»" de A. Ruiz Álvarez, columna publicada en La Provincia: Diario de la Mañana (Las Palmas de Gran Canaria). Con la acepción 'que está aletargado, aturdido o atontado' se registra en un artículo de B. Porcel publicado en 1968 en La Vanguardia (Barcelona) y se consigna en el Diccionario etimológico del lunfardo (1988) de Conde. Por otra parte, se documenta por primera y única vez, como 'que se repite de manera reiterada', en 2016, en el artículo de opinión de M. Valero "No me esperen en junio" del sitio en línea Mi Ciudad Real (Ciudad Real): miciudadreal.es. Este valor lo toma en alusión al día de la marmota, pues cada 2 de febrero granjeros de Estados Unidos y Canadá toman como referencia el comportamiento de una marmota que sale de su madriguera para predecir el final del invierno.