bombardero

En la acepción de 'soldado especializado en el manejo de ciertas armas de artillería' se documenta por primera vez en el Codicilo que otorgó don Íñigo López de Mendoza [Documentos sobre Guadalajara] de 1455; en los siglos XVIII y XIX cobra especial relevancia la subacepción, propia del léxico militar, de 'soldado especializado en el manejo del mortero y el pedrero' (como atestigua ya en 1701 el documento Al virrey del Perú, avisándole las escuadras que el rey envía a América), en tanto que, acaso por contaminación con el vocablo inglés bomber, en el siglo XX destaca su empleo con la subacepción de 'soldado encargado de lanzar las bombas o de disparar las ametralladoras desde un avión' (atestiguada ya en un artículo periodístico de La Vanguardia de 1920). En 1784 (en un artículo del Mercurio histórico y político de Madrid) se registra el primer testimonio del adjetivo ('que está provisto de artillería'), vigente hasta la actualidad; en los testimonios recogidos, el adjetivo modifica frecuentemente a un nombre que designa una embarcación o una aeronave. En el ámbito del deporte, se usa desde el siglo XX con la acepción de 'jugador que destaca por su capacidad anotadora o goleadora', como muestra un artículo de 1971 de La Vanguardia (Barcelona). Probablemente también debido al influjo del inglés bomber, a finales del siglo XX desarrolla una nueva acepción, documentada en Estados Unidos y Uruguay: 'terrorista que hace explotar bombas' (como se recoge en un artículo publicado en La información en 1996).

Vid. también bombardero (DH 1933-1936).

Se documenta por primera vez, en la acepción de 'escarabajo que, como mecanismo de defensa contra sus depredadores, expulsa por el ano una sustancia que explota al contacto con el aire', en 1818, en el Paseo por el gabinete de historia natural de Madrid de J. Mieg. Con este valor se recogen también las voces bombardeador y escopetero; la primera se documenta en un artículo de 1936 recogido en Caras y Caretas (Buenos Aires) y escopetero se recoge ya desde 1863 en el Programa de un curso de Historia Natural para los institutos de segunda enseñanza de J. Monlau. Como 'avión que transporta y lanza bombas', se atestigua en 1934, en un artículo publicado en La Vanguardia (Barcelona) en que se describen unas maniobras militares; en esta acepción es sinónimo de bombardeador, que se registra en un artículo de 1903 en el diario El Día (Madrid).