sableador

Se documenta por primera vez, en la acepción de ‘persona diestra en el manejo del sable', en los Juicios de Napoleón sobre sus contemporáneos y sobre él mismo, título publicado en Buenos Aires en 1828, en un pasaje que, según se indica en la obra, se basa en la “Memoria de Santa Helena, por el Conde Las Cases” (es decir, en el Mémorial de Sainte Hélène où Journal oú se trouve consigné, jour par jour, ce qu’a dit et fait Napoléon durant dix-huit mois); la mención a F. Blucher como “un bon sabreur” se recoge en numerosas obras francesas de este período, como Napolén en exil a Sainte-Hélene: relation contenant les opinions et les réflexions de Napoléon sur les événements les plus importans de sa vie, de B. E. O’Meara (París, 1822, 2.ª ed., vol. 1, p. 163) o en Profils dels contemporains par Napoléon (París, 1824, pp. 20-21). Con ese valor se ha atestiguado únicamente como sustantivo masculino. Como ‘persona que sablea (| obtiene dinero mediante peticiones reiteradas y sin intención de reintegrarlo)’, se registra por vez primera en los Neologismos y americanismos (1896) de Palma (donde se define como ‘petardista'), quien, por otra parte, indica que en América se llama también así “al militar que no tiene otro mérito que el de ser bravucón o comedor de carne cruda”. Posteriormente, se registra en un texto de P. Baroja, publicado en El Globo (Madrid) en 1902 bajo el seudónimo Tack; los escasos testimonios que arroja esta acepción muestran la supremacía de que gozaron sus sinónimos (particularmente en España) sablista y, en menor medida, sablacista.