Diccionario histórico de la lengua española

Sección 2.ª – Filófagos: Phalangista. Macropus (canguro).

TIPO I

subclase 3.ª– ornitodelfos.

(Véase cuadro pág. 172).

Sin labios. Insectívoros.

Craneo formado por una sola pieza. Huesos del hombro como los de las aves. Con huesos marsupiales.

— Este es el canguro; lee ahí, ¿qué dice?

— Ma... ma... cro... cro... macro... macropus... ma... ma... major... / — Macropus major.

— ¿Y qué es eso?

— Su verdadero nombre, su nombre científico; les ponen ahí el nombre.

Hay unos animales llamados marsupiales que suelen habitar los bosques de la Australia y corren con dificultad, de modo que se les caza fácilmente. Las hembras tienen en el vientre una bolsa exterior donde llevan sus hijuelos. Tales son el canguro y el sariga .

— ¡He hecho un hombre de él! Un hombre, con un par de puños y dos sólidas piernas y unos ojos que miran de frente, cara a cara. Yo conozco el arte y me he mantenido al tanto de los progresos y los cambios de los tiempos actuales. ¿Esquivar? Pues, ¡claro! Conoce todos los estilos y economiza hasta el más pequeño esfuerzo. Jamás se mueve dos centímetros cuando uno y medio es suficiente. Y si es preciso, brinca como un canguro joven. ¿Cuerpo a cuerpo? Espérate hasta que le veas. ¡Mejor que a todo brazo! Seguramente, hubiera podido batirse con Pedro Jackson o haber tumbado a Colbert en su mejor época.

— No le den más baños.

No le bañaron ese día. Pero al otro, Pedro estaba peor que nunca.

— Sí, sí, pero no sólo a Jonás. Es una especie de ballena total que lleva dentro de sí a todos los peces que se han ido comiendo uno a otro, claro, siempre el más grande al más chico, y comenzando por el microscópico infusorio.

— ¡Muy bien, muy bien! Yo también pensaba de niño en un animal así, pero creo que era más bien un canguro en cuya bolsa...

Lobito .(Mientras salta, como si pasara por varios cuadros a un mismo tiempo y como si rodeara a Tigre y a Aura .)— Tengo catorce años, viejo Tigre. ¡Salto! ¡Yo puedo saltar así! ¿Lo ves, viejo Tigre? Hay que saltar. Darle la vuelta a la silla y saltar junto a ella. Como un canguro. ¡Tengo catorce años, abuelo! ¡No puedes hacerlo! Dos fichas. Voy más allá del tablero. Estoy ganando

¿Por qué razón, los australianos dieron al famoso trofeo Copa Davis, esta forma de ensaladera? Lo más natural y lógico, es que el trofeo simbolizara algo que hiciera recordar aúnal más profano, su origen o el nombre del país que lo instituyó. Entonces, nada mejor que en vez de forma de "ensaladera", tuviera forma de un canguro, el simpático animal australiano. ¿No les parece?

Que echas el bofe, hombre, y no das abasto a tapar agujeros. Ahora, a tapar el de Rumasa, que debe estar ya saliendo ya por Australia, que ya verás cómo un día, por las torres de Jerez, no salen abejas. Lo que van a salir son canguros.

Una vez, al bajar de un autocar que nos dejaba en la pista de una ciudad (tal vez fuera Barcelona y la pista Serrahima) un saltador le dijo a otro que le faltaba un clavo del tacón de su zapatilla. El suelo era de ferastán, muy rápido, y yo caí en la trampa de no medir la circunstancia. Anduve a un ritmo que no era el mío, impulsado por la facilidad del material. Todo era muelle hasta que, a falta de cuatrocientos metros, me tragué con solemnidad una «pájara»que parecía un canguro. Tardé minuto y medio en terminar la prueba y durante ese tiempo inmenso me preguntaba sin descanso dónde podría comprar un clavo para el tacón de la zapatilla del saltador.

Bordeando el Jardín, Jaime Rafael dirigióse al fin hacia el 88 de la rue Cherche Midi para acostarse con Sidney y ver si Sidney era Sidney o era Tanik o todo era una broma de muy mal gusto de Jorge. La relación con la australiana marchaba sobre ruedas salvo por un pequeño detalle... Satisfacción Sexual: Sidney, como buena cangura, tenía dos orificios vaginales.

DE aquí en adelante, a ese árbitro australiano llamado Bambridge que se tragó el primer gol de España en los Mundiales de México habrá que llamarle Calviño. O tal vez sea mejor que a Calviño le llamemos Bambridge. O sea, don José María Calviño y Bambridge.

El trencilla australiano, paisano del canguro, salió al campo absolutamente dispuesto a que ganara Brasil, y Calviño permanece en Prado del Rey decidido a que gane el PSOE. Bambridge fue más cauto que Calviño, a pesar de no ser gallego, y no anunció su propósito antes del partido. Calviño, por el contrario, lo dijo bien clarito: «Haré todo lo posible para que Fraga no gane estas elecciones.»

En el zoológico hay un pequeño lago con un marco de palmeras muy verdes que se destacan en el cielo lívido. Me inquietó, como es natural la pantera negra, con sus grandes ojos fosforescentes y su emanación de ferocidad implacable. Sobre el zoo volaba, con aleteo lento, acompasado, un gran pájaro antediluviano: no sé qué clasificación tiene esta ave del trópico, pero a mí me dio la impresión de un enorme murciélago de otra época del planeta. La inquietud del reino animal era general en el parque. Los canguros, mejor dicho las canguras, guardaban apresuradamente a sus pequeños en sus bolsas.

Después se desencontraron. Perón regresó a Merano, y a Maidana lo acantonaron en Bassano del Grappa, treinta kilómetros al norte de Venecia. No bien se acostumbraban al oxígeno de una ciudad los distraían con el folklore de otra, como si la víspera de la guerra fuera tan sólo eso, dispersión y embriaguez. A fines de noviembre de 1939, Perón tuvo que desplazarse hacia Pinerolo, cerca de Turín. Tres meses más tarde atravesó la península y se afincó en Chietti. Esos irracionales saltos de canguro por una geografía desconocida no lo adiestraban para otra cosa que para el puro y simple movimiento.

Póstumo Bramante colocó un celofán dorado en la parrilla de los focos porque sabía que la luz del atardecer ayudaba al arte de la magia, y dejó de prestar atención a lo que sucedía en la arena, donde Brunno y Caifás se disputaban, hasta el cansancio, una silla de tijeras. El recurso se repetía una y otra vez porque en esta infinita reiteración radicaba su única gracia. El catedrático lo conocía bien: a los cinco minutos de tropezones, invariablemente el payaso escondía un almohadón de plumas en el fondillo, logrando burlar las patadas de mulo de su rival, y conquistaba por un rato la simpatía de los presentes. Entonces el enano acechaba al payaso con paciencia de cazador, y en un descuido interponía el obstáculo insalvable de su peroné. La zancadilla lograba casi siempre el propósito esperado, y Brunno daba un salto de canguro, rebotando y rebotando como un balón de futbol.

Por fin llegan éstas, pero un murmullo se extiende por el Círculo: entre interferencias constantes asoman imágenes poco nítidas y solapadas unas con otras, de modo que lo que ven los asistentes a través de los receptores instalados son «toros que parecen canguros», «toros que andan por los tejados»y «toreros con barbas».

Franciscoserió.

—Ésaacincocolumnas—sugirió—.Conésaabrelapáginayquedaeldeshueve.

Para trasladarse con el bebé en transportes públicos, especialmente en colectivo, nada mejor que una mochila. Sea cual fuere el modelo que elija, en definitiva lo que hará es confirmar que usted se ha convertido en un canguro. Lo digo con humor, sin ánimo de ofender a nadie. Confieso que, sobre todo al principio, la mochila se alía con la mamá cumpliéndole, ortopédicamente, su deseo de tener la panza consigo...

Las posibilidades de los robots domésticos resultan hoy día inimaginables; bastará cambiarles la programación, en forma de casetes o disquetes, para que un robot-cocinero se convierta en jardinero, fontanero, «canguro»(para cuidar niños pequeños) o lavacoches y con la completa seguridad de que todas las misiones encomendadas serán llevadas a la práctica con pulcritud y eficacia, como corresponde a una máquina altamente sofisticada que, gracias a sus circuitos de memoria, podrá sacar conclusiones de anteriores actuaciones y sugerir e incluso corregir a su amo cuando éste le ordena operaciones poco congruentes con su lógica electrónica.

Desde las obligaciones más básicas: requisitos necesarios para inscribir al bebé en el Registro Civil, buscar una empleada de hogar, una canguro, un hotel infantil o elegir la escuela, hasta la manera más original para pasar el tiempo libre.