dardear

Diccionario histórico de la lengua española (2013- )

También en esta página: Inéd. 1933-1936
dardear v. (1410-)
dardear
Etim. Derivado de dardo y -ea(r), probablemente con influencia del francés darder.

Se documenta por primera vez, con la acepción de 'lanzar dardos', en el Glosario de El Escorial, incluido en los Glosarios latino-españoles de la Edad Media, conservado en un manuscrito datado entre el último tercio del siglo XIV y comienzos del XV, donde se presenta como equivalente del verbo latino jáculo, en tanto que en 1617 se consigna también en el Vocabularium Hispanicum Latinum et Anglicum de Minsheu; en construcción recíproca se atestigua en 1795, en la Adición al tomo segundo del Diccionario Geográfico Universal de Echard de F. Pére y Casado. En 1837 se documenta por vez primera (en la Traducción de El pescador de perlas, de Emmanuel Gonzales de I. J.Escobar) la acepción de 'producir o despedir [una cosa] [otra que sale de ella]'; frecuentemente, el sujeto es el sol y el complemento directo, los rayos que despide el astro. Con la subacepción de 'brillar [algo] con gran intensidad', se atestigua en 1916, en Los de abajo de M. Azuela. En ese mismo siglo se verifica el proceso por el que el verbo comienza a presentar como sujeto ya no solo el sol o sus rayos, sino también otras fuentes de luz, como los ojos (en sentido figurado) y, así, en un artículo de El País (Madrid) de 1903 se registra con la subacepción de 'dirigir [una mirada intensa o penetrante] [a alguien]'. Como 'calentar [algo] en exceso [con los rayos del sol]' se documenta en 1864, en los Apuntes para la Historia de la República Oriental del Uruguay, de A. D. de Pascual. Con la acepción de 'expresar un comentario mordaz o un juicio negativo [sobre alguien]' se registra en 1890, en un artículo de la Revista de España (Madrid). Finalmente, como 'emitir [el gallo] [un sonido melodioso]' (y sinónimo, por tanto, de clarinear, que con esta acepción se documenta desde 1909, en Finafrol, de E. Pardo Bazán, quien lo emplea como verbo transitivo), se atestigua en 1914, en La sangre de T. M. Cestero. Henríquez Ureña, en Breve historia del modernismo (1962 [1948-1954], p. 493), vincula el auge de esta voz con el generoso uso que hizo de ella el Modernismo (y, de este modo, observa que Enrique González Martínez empleó "neologismos que, en su mayoría, habían sido puestos en boga por el modernismo: chirriante, dardear, borbotante, escudriñantes, asperidades").

    Acepción en desuso
  1. >dardo+–ea(r)
    v. tr. Lanzar dardos.
      Acepción en desuso
    1. v. En construcción recíproca.
  2. v. tr. lit. Producir o despedir [una cosa] [otra que sale de ella].
    1. v. tr. Dirigir una mirada intensa o penetrante [a alguien].
    2. v. intr. Brillar [algo] con gran intensidad.
    3. v. tr. Dirigir [una mirada intensa o penetrante] [a alguien].
  3. v. tr. Calentar [algo] en exceso [con los rayos del sol].
    1. v. intr. Calentar [el sol] en exceso.
  4. >dardo+–ea(r)
    v. tr. lit. Expresar [un comentario mordaz o un juicio negativo] [sobre alguien].
    1. v. En construcción reflexiva.
    1. v. intr. Expresar [un comentario mordaz o un juicio negativo] sobre alguien.
  5. v. tr. Emitir [el gallo] [un sonido melodioso].

Inéditos Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936)

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