gingibraquio

Se documenta por primera vez, con la variante gingibrachio y la acepción 'escorbuto que ataca principalmente a los brazos y encías', en 1840, en el Vocabulario médico-quirúrgico o Diccionario de medicina y cirugía de M. Hurtado de Mendoza, en el que se consigna, además, su correlato gingipedio (véase), porque, como explica el autor, "los miembros inferiores son en muchos casos el asiento de manchas escorbúticas". Como se infiere de los testimonios atestiguados, este término, acuñado en el siglo XVI por el médico holandés Pieter van Foreest (más conocido por su nombre latinizado, Petrus Forestus), se emplea para designar un subtipo de escorbuto, cuya sintomatología se advierte, de manera exclusiva, en las encías y en los brazos (cf. Novísimo diccionario de la lengua castellana con la correspondencia catalana, II, 1866). No obstante, dado que la aparición de úlceras en las encías y la inflamación de las extremidades constituyen los síntomas más característicos de la enfermedad, hay autores que consideran esta voz como sinónimo de escorbuto (cf. R. J. Domínguez, Compendio del Diccionario nacional de la lengua española, II), sin mayor especificidad; de hecho, probablemente esta fue la causa que generó la pérdida de este neologismo. En efecto, la ausencia de testimonios léxicos, junto con la marcación que le confieren a este latinismo los diccionarios más recientes, ponen de manifiesto que, ya desde las primeras décadas del siglo XX, se trata de una voz obsoleta y sin repercusión en el ámbito de la divulgación médica, al igual que sucede con los términos pequitirbo, escelotirbo y gingipedio, también acuñados por Forestus en su análisis sobre el escorbuto.