gotiera

Se documenta por primera vez, con la acepción 'cavidad alargada de algunas partes del cuerpo', en 1750, en la primera parte, dedicada a los huesos, del Compendio anatómico de J. de Dios López, y desde entonces se atestigua en textos especializados en anatomía, si bien su uso languidece ya en las primeras décadas del siglo XX. El testimonio de 2008 se debe a un uso metalingüístico en un texto donde se critican algunos términos del lenguaje médico. Con el valor 'aparato en forma de canalón que sirve para inmovilizar un hueso en una fractura o luxación', también procedente del francés, se registra por vez primera en 1763, en el Tratado de vendages y apositos, de F. Canivell, y se documenta posteriormente hasta mediado el siglo XX, cuando, probablemente, pierde la batalla ante la preferencia en el uso de su rival férula. El origen francés queda patente en el primer repertorio lexicográfico en que se consigna esta voz: Domínguez, en su Diccionario universal francés-español (1845), la recoge para dar equivalencia, junto a las palabras canal y ranura, al vocablo gouttière.