lamedor

Diccionario histórico del español de Canarias

lamedor

 

lamedor. (Arc.). m. Jarabe [= bebida que se hace cociendo azúcar en agua hasta que se espesa, añadiéndole zumos refrescantes o sustancias medicinales].

                1799-1812 (1982) Viera y Clavijo Diccionario (p.251): Limón, limonero (Malus medica limonia). [...] además de las virtudes medicinales que tiene en forma de jarabe o de lamedor. Ibídem (pp.281-282): Membrillero (Pyrus cydonia, Lin.). [...] El membrillo rara vez se puede comer crudo; pero es bueno cocido en el puchero, y excelente en mermelada con miel de abejas, en conserva con azúcar, en membrillada con mosto, en jalea, en lamedor, etc. Ibídem (p.295): Moral (Morus nigra, Lin.). [...] Las moras maduras, tomadas en ayunas, son refrigerantes y laxantes. El lamedor de ellas mitiga la inflamación de las fauces, y suelen calmar la tos. Ibídem (p.379): Relinchones (Erisimum). [...] Igualmente es a propósito para la tos inveterada y la ronquera tomada en lamedor; aunque es más eficaz la simple decocción de la planta, como el agua no hierva mucho.

                21-v-1857 Jable (El Eco del Comercio, p.1): Se estrae igualmente del Mocan. un jarabe ó lamedor que tiene su especialidad en Medicina. c1860 Pérez Galdós Voces (p.119): Lamedor. Jarabe.

                15-iv-1946 (1976) Guerra Cuentos i (p.381): Y entre que le nacía y estos duelos, que le cayeron arreo, el alma se le puso negra y viró de un carácter que hablar de vinagre es hablar de lamedor. 2-ix-1946 (1976) Ibídem (p.416): Se tropezó a los diez pasos con mi compadre, que pasaba con un requinto atravesado, los ojos en blanco y un gusto de juerga en la boca como un lamedor. ii-1947 (1976) Ibídem (p.502): Tenía una relación grande de fórmulas facilísimas para todo: desde una receta para un pegue que lo mismo ligaba papel que hierro colado, hasta la manera de hacer miel «de verdad», con un lamedor, unas yerbas de aroma y un paquete de velas derretidas. 1948 (1969) Guerra Cuentos ii (p.122): Mi compadre aguantó a pulso la rociada con una cara de guasa tal que a un cómico menos fino lo deja más ralito que un lamedor. 1955-56 (1977) Guerra Memorias (p.56): En fin, para todo lo que se fuera presentando, la Robencina tenía sus misteriosas salmodias; sus restreguinas con aceite de tártago, o sebo de carnero, o grasa de pardela; sus afrechadas; sus emplastos de ungüento contra roturas; su caca seca de perros grandes y sus caldos de perritos mamones, o de chuchangos; sus bajeos y espurreos con ron, casalla o ginebra; sus escudillitas de ruda, pasote y yerba mora; sus pulserones empapados en vinito caliente y polvos de canela, para las muñecas; sus lamedores de ruibarbo; sus zumos de apio; su aguita de añil y su «sétera», como diría nuestro amigo el cosechero de Los Barrancos. Ibídem (p.78): Pero no sólo no lo hice, sino que pegué a chupetear, como si en vez del zumo bravo de la caña se tratara del más tibito y gustoso lamedor. Ibídem (p.301): Se me puso un gusto de lamedor en la lengua, que me corrió y caló hasta los más perdidos rincones del corazón y del alma. Ibídem (p.305): Le gustaba la bebida tirando a lamedor.

¨En el drae-01 figura como palabra de uso general con la acepción: «Agua espesada con azúcar». Sin embargo, el due ii la marca como no usual, lo que le sirve a Lerner de referencia para considerarla arcaísmo en América, y el dea no la recoge, lo mismo que el Clave o el Dicc. Salamanca. El Dicc. Encicl. Espasa (s.v. mocán) señala que «Con el fruto llamado yoya, se prepara el jarabe denominado lamedor de moca o charchenque, que se usa contra las hemorragias». Para Guerra Navarro la voz se mantenía en Gran Canaria, cuando escribía su Contribución al léxico de esta isla, pero ya no se empleaba en el castellano: «Almíbar (azúcar y agua) que se ponía en la teta de las mujeres para acallar a los críos "guerreros" o con "perra". Se usaba también como medicina. (Es castellano, pero en desuso: jarabe. Por extensión también se llama "lamedor" a una torcida o chupete untado en ese almíbar)». Hoy está ya prácticamente olvidada. Para América vid. el tlca.

 

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ISBN 978-84-88366-95-5 (o.c.)978-84-88366-93-1 (v.1) 978-84-88366-94-8 (v.2)

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