quejo

quejo. (Arc. o del port. queixo). m. Quijada o mandíbula.

                24-ii-1806 (1931) Betancourt Diario (p.151): [...] se le caheron quatro muelas y se le rompió algun diente y se hiso una herida en el quejo de la barba y quedó de suerte que no se podía mover de un lado á otro. 22-xii-1898 Jable (Diario de Las Palmas, p.1): Ajota que yo ayél cuando dió las boquiás, pa que vusté me comprehenda, le ratié bien el quejo con la tomisa de mi surrón. (Artemi de Guairo).

                14-vii-1906 Jable (Diario de Las Palmas, p.1): De acceder V. á mi deseo, sepa que es voluntad de nuestro partido que el candidato que V. nos designe sea su íntimo amigo Requejo, porque como á todos los locos se nos ha caido el quejo en fuerza del prolongado ayuno que venimos padeciendo, nos remendaríamos un poco. 1918 Reyes Serie de barbarismos (p.182): (No digáis) Los quejos. (Decid) Las quijadas. 1924 Millares Léxico de GC (p.143): Quejo. Es, en lenguaje familiar canario, la mandíbula inferior. Una impresión de frío o de terror le hace temblar a uno el quejo, y también los trances angustiosos de la vida real y aún de la imaginaria (por ejemplo, cuando uno sueña que le van a leer la epístola de San Pablo o que se tiene que examinar de matemáticas). 1925 Wagner Notas (p.83): Quejo 'mandíbula inferior' (port. queixo). 1933 Valenzuela Vocabulario etimológico (pp.71-72): En Portugués queixo (queischo) quijada, mento y en Galicia (queixada) quijada. ¿Por dónde y cuándo habrá venido a Canarias esta voz luso-galaica? a1937 (2005) Hernández de las Casas Voces de LP (p.137): Quejo. Mandíbula. 4-v-1942 (1976) Guerra Cuentos i (p.305): [...] el quejo caído como un difunto [...]. 17-vi-1946 (1976) Ibídem (p.378): Los tamborazos eran ahora de caliente. La puerta temblaba. Y el quejo de Rafaelito temblaba también. v-1947 (1976) Ibídem (p.456): Traía tal calentura, que le temblaba el quejo como un fiebrón de los del canuto hasta la punta arriba. 1948 (1969) Guerra Cuentos ii (p.21): Y luego, seco, inexorable, metido el quejo en el pecho, y los ojos atorrados tras el zarzal de las cejas, insistió sombriamente en negar la existencia de la madre del banquero. Ibídem (p.50): Auméntale el sofoco el pañuelo negro, amarrado debajo del quejo, y un sobretodo de lana que le abraca toda la caja del pecho y que verlo, tan solamente, con este solajero, ya da fatigas. 1955-56 (1977) Guerra Memorias (p.19): [...] hablando sobre tener la lengua tartaja, se le caía el quejo, y cuando callaba quedábase embebida y transpuesta como una cabra rumiando. Ibídem (p.51): Hay que ver ese carnavón a las siete de la mañana, lo cual que lo deja usté con el quejo caído. Ibídem (p.76): Se restregó satisfecho, con su mano grande y fuerte, los besos, el quejo, la cara toda. 1957 (2001) Navarro Correa Habla Valle Gran Rey (p.102): quejos.- Quijadas. Reg[istro]. «Hoy no ha llevau naa a mih quejuh» (Hoy no he comido nada). [...] Figueiredo, queixo, «maxila dos vertebrados».

¨Es probable que este arcaísmo se viera reforzado, en su uso, en Canarias, por el portugués. Se deduce esto de lo que escribe Pérez Vidal Portugueses (p.97): «En cast[ellano] existe, pero, al parecer, con escasa vitalidad. El Diccionario de la Academia lo incorporó en la última edición (Corominas dice que desapareció del cast[ellano] tempranamente). Por eso Wagner [...] relacionó el can[ario] quejo con el port[ugués] queixo, de igual significado. En gall[ego] también queixo. En extr[emeño] quejo se usa sobre todo en plural, los quejos [...]; en marag[ato] queixiellos [...]». Como «quijada, mandíbula» lo anotó MacCurdy (p.506) en el dialecto canario de Luisiana.

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ISBN 978-84-88366-95-5 (o.c.)978-84-88366-93-1 (v.1) 978-84-88366-94-8 (v.2)