Escritura y comunicación digital

Indicaciones generales para la comunicación digital

  1. Normas lingüísticas generales y condicionamientos particulares. Aunque tiene condicionantes particulares, en la comunicación digital se deben respetar las normas lingüísticas generales, tanto ortográficas como gramaticales, que se siguen en otros soportes y tipos de texto. Es cierto que, por su carácter relajado y espontáneo, algunas de las manifestaciones de la escritura digital se asemejan más a las de una conversación. Este paralelismo acerca esta escritura a la oralidad y a su forma de expresarse, pero esto no implica que se deba emplear la lengua de una forma descuidada o que se puedan inventar nuevos códigos, salvo que sepamos con seguridad que pueden ser comprendidos por los destinatarios o que resuelvan nuevos retos comunicativos. Solo los impedimentos técnicos o lo contrario, es decir, el aumento de herramientas y la potencia de sus capacidades, así como las condiciones especiales de la escritura en estos entornos y en estos canales, pueden justificar en algunos casos ciertas licencias o recursos alternativos (➤ @-19 y ss.).
  2. El mensaje debe ser legible en cualquiera de los posibles dispositivos, soportes y canales. Nuestros mensajes pueden aparecer en diferentes canales y pantallas. Un mismo texto o mensaje puede ser leído en distintos dispositivos que poseen pantallas con características diferentes (tamaño, brillo, interactividad), por lo que debe procurarse que el mensaje sea legible en cualquiera de los posibles canales. Esto afecta de forma muy especial a la elección de los formatos (colores, tamaños y tipo de letra, elementos ortotipográficos, etc.) y también a la longitud y la estructura de los contenidos. Una gran mayoría de los mensajes son, por tanto, multiformato, por lo que la forma se independiza del contenido. Una misma frase, incluso un libro completo, pueden tener muchos aspectos diferentes. Cuando circulan en el entorno digital han de ser lo que metafóricamente se ha denominado contenidos líquidos. De hecho, en muchos casos los lectores pueden elegir el tamaño de letra en el que leerán los textos en sus teléfonos, páginas web o libros electrónicos. A esto se suma que existen muchos canales de distribución diferentes, como son el correo, la mensajería instantánea o las redes sociales, con condiciones y usos particulares propios de ese canal.
  3. La mayor parte de la escritura es pública. En muchos de estos canales la comunicación es pública y global (cualquiera puede leer un texto desde cualquier lugar del mundo) con la repercusión consiguiente del contenido y la forma de los mensajes. Antes de pulsar sobre el botón de «Enviar» o «Publicar» conviene revisar no solo el correcto uso de la lengua en el texto, sino también si refleja lo que queremos declarar públicamente. La percepción de que en Internet se escribe peor suele atribuirse simplemente al aumento del número de personas que pueden publicar sus textos de manera global, pero lo que realmente sucede es que nunca ha habido tantos niveles de escritura que gozaran de tal difusión y repercusión. Este grado de exposición y repercusión no siempre es tenido en cuenta por quienes intervienen en la Red.
  4. Puede ser necesario adaptar la escritura si se quiere llegar a un público variado. Si se publica un texto en una red social o una plataforma abierta y se quiere llegar a un público amplio, se debe intentar evitar o reducir el uso de neologismos, regionalismos o creaciones particulares. Estos elementos, que no son necesariamente incorrectos, pueden interpretarse mal o no ser entendidos por parte de lectores de otras zonas o ámbitos. Como en otros contextos, en caso de que estas expresiones se quieran utilizar para un público general, es posible marcarlas con cursiva (➤ T-11) o con comillas (➤ O-137). Asimismo, es conveniente tener en cuenta que, según las zonas, los posibles lectores pueden estar acostumbrados al trato de o de vos (➤ G-83). También es importante conocer las diferencias que existen con determinados términos y expresiones en los distintos territorios donde se habla nuestra lengua si queremos adecuar nuestro mensaje al destinatario. El tamaño del grupo y la cercanía social de las personas a las que llegan los mensajes pueden asimismo hacer variar nuestra forma de escribir en un continuo entre lo coloquial y lo profesional.
  5. Orden, coherencia y cohesión. La escritura en entornos digitales no está reñida con el orden, la coherencia y la cohesión. Aunque la brevedad y la claridad son fundamentales en la escritura digital, estas no deben primar sobre el buen uso de la lengua. Asimismo, la estructura de los textos puede adecuarse a las necesidades de una determinada plataforma, pero no en detrimento de estas características.
  6. Escribir con naturalidad. Las estrategias para mejorar el posicionamiento de un texto en los buscadores de Internet, entre las que destacan la repetición de palabras clave o el uso forzado de títulos internos, no deben condicionar la naturalidad ni la legibilidad del texto. De hecho, las mejoras de los algoritmos que utilizan los buscadores trabajan en esta línea: valoran mejor los textos más naturales que los forzados para ascender en el orden y posición de ese mensaje entre los resultados de una página de búsqueda (➤ @-18).
  7. Estructuras que faciliten la lectura. La lectura poco pausada propia de los medios digitales, la abrumadora cantidad de información a la que los lectores se exponen, las continuas llamadas de atención del propio entorno digital a través de sonidos y notificaciones, o la seducción constante de los enlaces para abandonar la página en la que estamos —e incluso el tamaño minúsculo de muchas pantallas— hacen recomendable recurrir a estrategias que facilitan la lectura aligerando y organizando el texto. Entre ellas destaca el uso de los siguientes recursos:
    • la profusión de títulos y subtítulos;
    • los títulos autoexplicativos;
    • los titulares y textos introductorios llamativos;
    • la negrita, especialmente abundante, para destacar elementos y palabras clave;
    • un léxico y una sintaxis sencillos con oraciones y párrafos cortos (de cinco o seis líneas como máximo);
    • las listas, tablas o enumeraciones.

    En cualquier caso, pese a que todas estas estrategias se pueden considerar admisibles, en general deben utilizarse con mesura y responsabilidad. La búsqueda de la sencillez no debe llevar a la pobreza léxica y gramatical.

  8. Contextualización e información de los mensajes. Las propiedades de las plataformas digitales y la inestable estructuración de las páginas pueden dificultar, por ejemplo, la asociación de un comentario o respuesta con el mensaje que han dejado los lectores. Tampoco podemos asegurarnos de que la clásica combinación de titular, texto y fotografía en un diario siempre se vea agrupada de ese modo, ya que los elementos pueden ser mostrados de forma separada. De ahí que sea importante asegurarse de que el texto es comprensible por sí mismo, ya sea contextualizando oportunamente las respuestas, ya sea aprovechando las funcionalidades de las que los medios disponen para este fin. Las limitaciones de espacio o la rapidez característica de muchas interacciones en medios digitales no deben suponer un ahorro excesivo de caracteres o palabras que pueda poner en peligro la correcta interpretación de un determinado mensaje. Las abreviaciones (➤ @-24) u omisiones (➤ @-28) pueden ser válidas siempre y cuando se usen con moderación y en el contexto adecuado.
  9. Referencias temporales. En los textos creados con la intención de que sigan siendo leídos en el futuro, se deben cuidar especialmente las referencias temporales, de tal manera que no pierdan validez con el paso del tiempo (➤ @-41, n). Es especialmente relevante este punto, ya que muchas páginas web actualizan sus fechas de forma automática, refiriéndose esa actualización algunas veces al último mensaje o a un elemento menor, lo que produce en muchos casos una confusa datación entre la fecha de creación de un documento y el momento en que este aparece en la pantalla de un lector. En algunas páginas web se muestra la fecha y la hora de creación, y también, de forma separada, la fecha y la hora de modificación. En algunos casos, dependiendo de los medios y las aplicaciones, incluso se pueden consultar las diferentes versiones que se han ido publicando a lo largo del tiempo.
  10. Otras cuestiones y elementos de la escritura digital:
    1. El corrector automático. Conviene tener cuidado con el corrector automático y el texto sugerido. La mayoría de las aplicaciones en las que podemos escribir o que transcriben nuestros mensajes suelen tener activado el autocorrector y el sistema de sugerencia de textos. Esta es una herramienta que va señalando lo que considera que puede ser un error en la escritura e incluso realiza predicciones o sugerencias de lo que queremos decir. Así, si comenzamos a teclear una h seguramente nuestro teléfono ya nos sugiere y escribe anticipándose la palabra hola. La corrección llega a ser automática en aquellos casos en los que el sistema lo tiene claro (salvo que hayamos desactivado esta opción, naturalmente). Así, si escribimos corrrector, con tres erres, se cambiará la palabra por la adecuada, con dos erres, sin preguntar. También se señalan las posibles faltas de ortografía y concordancia. La velocidad a la que se escribe hoy hace que muchas veces demos por válidas sugerencias inadecuadas y que se produzcan errores, por lo que, aunque los correctores automáticos son de gran ayuda, conviene repasar las sugerencias que admitimos.
    2. Una escritura correcta asegura una buena traducción automática. Además de para que nos lean las personas, es importante cuidar la forma de escribir y seguir las reglas básicas de la escritura para que los múltiples programas de traducción automática puedan procesar nuestros textos. Por supuesto que la prioridad no siempre será la de ser comprendidos en otros idiomas, ya que el primer objetivo debería ser que nos entiendan en el nuestro, pero, algunas veces, si queremos asegurarnos de que los textos que escribimos se puedan traducir de forma mecánica en la Red, hay que tenerlo en cuenta para adecuar la escritura. Hay aplicaciones como Twitter en las que pulsando un botón se traducen automáticamente tuits creados en cualquier idioma. Muchos buscadores también ofrecen traducciones automáticas. Para asegurarnos de que la traslación de un texto a otro idioma se produzca de la forma más adecuada, es conveniente utilizar frases cortas y expresiones claras con palabras sencillas, siempre que esto sea pertinente y no comprometa la calidad. Hay que manejar con especial cuidado las frases hechas, porque los programas tienden a trasladarlas al otro idioma de forma literal. Aunque el nivel de la inteligencia artificial es ya considerablemente alto, para obtener el mejor rendimiento de los servicios automáticos de traducción en la Red, es conveniente emplear frases y estructuras fácilmente comprensibles.
    3. El hipertexto o hipermedia. Si hay un elemento que caracteriza a la escritura digital es el hipertexto. Se trata de una estructura compuesta por nodos de información (un texto, una página) y enlaces, que son las conexiones entre esos nodos. Nos permite vincular palabras, imágenes, o vídeos con otras páginas o archivos de Internet. Cuando aplicamos esas estructuras en la práctica, convertimos esas palabras u objetos también en hiperenlaces o enlaces (➤ @-34). Los enlaces tradicionalmente tienen dos estados que también se marcan tipográficamente de forma diferente: el que tiene por defecto, cuando no hemos pulsado sobre ese texto, y el de visitado, que tradicionalmente cambia el color del hiperenlace cuando ya hemos visitado esa página o descargado ese archivo. Al tener esos resaltes de forma y color, los enlaces se convierten en un poderoso elemento de atracción visual. Las etiquetas (➤ @-35) y las menciones (➤ @-36) son un tipo de enlace especial que no suele llevar subrayado y se distingue por el color (azul generalmente). El subrayado como marca, por todo lo anterior, es un recurso visual de resalte que se debería reservar exclusivamente para el hipertexto y así evitar confundir a nuestros lectores.
    4. Elementos estructurados en diferentes capas conectadas. La particular estructura de los contenidos digitales, en los que muchas veces el titular es a su vez un hiperenlace que lleva a otra página, o una notificación en el teléfono celular que hay que ampliar en una nueva pantalla, implica una construcción diferente de los mensajes. La mayoría de las veces un contenido tiene una primera parte que constituye una llamada de atención que intenta abrirse camino en el medio de páginas llenas de información, o entre las múltiples alertas de las aplicaciones de nuestros teléfonos, incitando a consultar una segunda pantalla donde se desarrolla el contenido anunciado en la anterior. Esto, que en el mundo del papel sucedía solo en lugares como las portadas de los periódicos con los titulares y llamadas a una información más completa dentro del diario, se ha extendido con la llegada del hipertexto y los mensajes de los teléfonos, ya sea aquellos directos enviados de usuario a usuario o los que avisan de la existencia de nuevos mensajes o artículos de las personas o instituciones a las que seguimos en Internet y nos animan a abrir la aplicación correspondiente para leerlos. Es usual hoy añadir un preaviso sonoro a la llegada de cualquier mensaje y marcar con un pequeño globo rojo en la esquina superior del icono de las aplicaciones correspondientes para señalarnos que nos esperan noticias.

      El pequeño globo superior indica que nos esperan mensajes que no hemos abierto.

      Por ejemplo, en la primera notificación de un mensaje de WhatsApp, la que aparece en la pantalla de nuestro teléfono en el momento en que entra, solo se visualizan unos pocos caracteres (apenas 100) que pueden llegar, una vez abierto, hasta 3000, y allí, además, podemos encontrar un «Leer más» que puede desplegar un mensaje equivalente a veinte páginas de texto. Con un mejor conocimiento de estos condicionantes técnicos se puede realizar una comunicación más eficaz.

    5. Escritura secuencial y no secuencial. En Internet se desarrollan contenidos preparados para una lectura secuencial, seguida, de principio a fin, en textos que discurren sin interrupciones a lo largo de la pantalla e incluso ocupan varias de ellas, pero otras muchas veces el contenido se presenta en bloques de información cuya lectura se realiza pasando de una pantalla a otra. Así es, de manera muy evidente, en las presentaciones del popular programa PowerPoint, donde el discurso se narra a través de una sucesión de diapositivas, como también hacen otros programas similares, como Prezi o Keynote, cuando pasamos de una a otra página al pinchar sobre los hipertextos o nos movemos a través de ellas en pantallas táctiles. La articulación de los discursos narrativos en el mundo digital ha de tener en cuenta en cuál de estos modelos vamos a desarrollar nuestra comunicación: un modelo secuencial que requiere ir deslizando la pantalla hacia abajo, o un modelo no secuencial que vaya presentando bloques como si pasáramos de página. Si es el segundo, convendría desarrollar solo una idea principal por pantalla, con estructuras similares a las que, por ejemplo, utilizan los periódicos cuando escriben e intentan comprimir en el mismo espacio visual un antetítulo contextualizando una noticia, más un título que resume la información y una entradilla o resumen de la idea principal. En este caso, en un texto desarrollado para una noticia o entrada de un blog, la forma de escribir más adecuada será similar a la que usaríamos en un entorno tradicional, como si se tratase de las columnas de un periódico o las páginas de un libro. Podría utilizarse aquí una estructura clásica de pirámide invertida, con la información más relevante al comienzo, pero también, si el estilo del medio o del autor lo requiere, se podrían usar composiciones más literarias y libres. Serán la posible audiencia, el contenido del discurso y los medios tecnológicos en los que se va a mostrar el texto los que determinen la elección de uno u otro modelo, aunque también sería posible utilizar ambos. El modelo de escritura basado en una sucesión de mensajes individuales, generalmente con ideas independientes que forman parte de una historia, también se desarrolla de forma muy eficiente en redes como Twitter en los denominados hilos, que vienen a paliar el reducido espacio de cada uno de los tuits posibilitando que, a través de un conjunto de tuits, con sus textos y multimedia, se pueda contar un relato, una historia o una noticia de forma algo más extensa.
    6. Lectores no humanos. Uno de los actores fundamentales de la comunicación al enviar y recibir mensajes en Internet son las propias máquinas, las computadoras que intentan descifrar qué queremos hacer, o que se aseguran de que nuestros mensajes llegan al destinatario y este puede consultarlos a tiempo y de la mejor manera. Hay veces en que esa comunicación se produce de forma directa porque preguntamos a través del cuadro de búsquedas de un programa o de un buscador por algo que nos interesa, otras veces porque solicitamos acciones pulsando un botón. Las pantallas están diseñadas para hacer fácil y transparente el diálogo con los aparatos. No en vano, nos referimos a esas superficies digitales como interfaces (del inglés interface, es decir, ‘entre caras’), la zona en la que los humanos nos comunicamos «cara a cara» con las computadoras.
    7. La lectura y escritura pueden ser colaborativas. No es que la colaboración entre escritores sea nueva, menos entre periodistas, y, desde luego, en ensayo y trabajos científicos podríamos considerarla hasta habitual, pero las herramientas actuales permiten a varios usuarios escribir a la vez, en el mismo instante, sobre el mismo documento, tanto en las aplicaciones que hoy están en la nube y, por tanto, son accesibles a la vez desde varias computadoras como en redes compartidas. La escritura conjunta es posible hoy de manera simultánea. Esto se refleja también en una lectura social, ya que muchas aplicaciones permiten ver aquellos párrafos y textos que otros lectores marcan y subrayan tanto en los libros digitales como en algunas páginas web.

     

    Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española:
    Libro de estilo de la lengua española [en línea], https://www.rae.es/libro-estilo-lengua-española/indicaciones-generales-para-la-comunicación-digital. [Consulta: 30/06/2024].

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