enroñado

Se documenta por primera vez, con la acepción de '[objeto de metal] que está cubierto de óxido', en 1951, en El semblante de Madrid de F. Chueca Goitia; apenas puede competir en el uso con sus sinónimos. Con el valor 'que se siente ligeramente ofendido', compartido con roñento y roñoso, este adjetivo se atestigua a partir de las Voces canarias de B. Pérez Galdós (c1860) y posteriormente se localiza en Los cuentos famosos de Pepe Monagas de F. Guerra Navarro (1941-a1961), en el Diccionario diferencial del español de Canarias de Corrales Zumbado et alii y en el Diccionario de americanismos de la ASALE (2010), donde se indica que se emplea en Puerto Rico.