ginebrero

Se documenta por primera vez, en la acepción 'perteneciente o relativo a la ginebra', en 1909, en la novela Alma criolla, de F. Jiménez Arráiz. Como '[persona] aficionada a beber ginebra' se atestigua en 1928, en "El pescador criollo", artículo de F. Lima publicado en Caras y Caretas (Buenos Aires). Con la acepción 'persona aficionada a beber ginebra' se registra en 1991, en Luca, de C. Polimeni. 

Se documenta únicamente, en la acepción 'arbusto de la familia de las cupresáceas de hasta 10 metros de altura, con el tronco ramoso, la copa estrecha y cónica, las hojas aciculares, cortas, punzantes y dispuestas en grupos de tres unidas en la base, y el fruto globoso, generalmente cubierto de una capa cerosa y con varias semillas oblongas y angulosas', en 1922, en la crónica periodística "La vuelta a los montes de Ifermin", de A. Vivero, publicada en El Imparcial (Madrid).