guitarrero

Se documenta por primera vez, como 'insecto coleóptero de cuerpo cobrizo o rojizo, con alas tornasoladas de color verde azulado y antenas largas que poseen una bola de pelos negros cerca de sus extremos; se alimentan de la madera muerta o podrida y producen un sonido chirriante al frotar una de sus patas contra el ala delantera superior', en 1912, en el cuento Los bichitos de H. Quiroga, valor con el que se atestigua en Argentina y Uruguay.

En el Diccionario general de americanismos de Santamaría, en 1942, se recoge la acepción, circunscrita a México, de 'nombre vulgar del pajarillo más conocido por matraca y sonaja (Campylorhynchus brunneicapillus, Lafr.); tenuirrostro, de muy curioso nido'. En 2010, en el Diccionario de americanismos de la ASALE se consigna la acepción, restringida a Bolivia, de 'árbol de hasta 30 m de altura, de tronco ramificado, hojas digitadas y alternas, flores verdes o amarillentas y frutos en bayas, de color negro cuando están maduros; su madera se emplea en la fabricación de guitarras'.

Se documenta por primera vez, con la acepción de 'persona que toca la guitarra', en 1589, en los Diálogos de Agricultura cristiana de J. de Pineda; no obstante, hasta el siglo XIX prácticamente solo se atestigua en los diccionarios con este valor. Su sinónimo guitarrista se atestigua poco después, en 1596, en un Romance de P. Liñán de Riaza, en tanto que que guitarra con este mismo valor se localiza en 1660, en El día de la fiesta por la tarde de J. de Zabaleta. Como 'persona que hace, arregla o vende guitarras u otros instrumentos de cuerda', se registra en 1604, en El guitón Onofre; su época de esplendor se sitúa en el siglo XIX. Como adjetivo disposicional ('aficionado a la guitarra'), se registra en 1604, en la Segunda parte dela vida de Guzmán de Alfarache, de M. Alemán. Con la acepción de 'perteneciente o relativo a la guitarra', se documenta en 1908, en un artículo de La Época (Madrid). Por fin, con el valor adjetivo 'que se dedica a una actividad sin la profundidad o intensidad necesaria para ser experto o profesional en ella' (significado propio del área rioplatense) se registra en 1987, en "Americanismos, neologismos y extranjerismos" de M. Sartor.

En algunos repertorios lexicográficos se recogen otras acepciones, restringidas geográficamente: así, el Suplemento del Diccionario de mejicanismos de F. J. Santamaría (1959), se consigna la de 'delincuente que defrauda vendiendo máquinas, diz que para hacer billetes de banco'.