guitarril

Se documenta por primera vez, con la acepción de 'perteneciente o relativo a la guitarra', en 1604, en la edición del Romancero general de ese año; tras ese primer testimonio no parece asomarse a los textos hasta el siglo XIX, en que reaparece, si bien su frecuencia es baja. Su sinónimo, guitarresco, a, se atestigua en 1615, en la Comedia famosa intitulada El rufián dichoso de M. de Cervantes, y guitarrero, a, en esta acepción, se documenta ya a partir de 1908 en un artículo publicado en La Época (Madrid). Con el valor de 'semejante a la guitarra por su forma' se registra en 1956, en Judíos, moros y cristianos de C. J. Cela.

En el Suplemento al Diccionario nacional de Domínguez (1853) se consigna la acepción 'propio de guitarreros'.