malarioterapia

Se documenta por primera vez, con la acepción 'tratamiento empleado para combatir la parálisis progresiva producida por la neurosífilis, consistente en la inoculación de de protozoos del género Plasmodium, transmisores de la malaria', en 1926, en una reseña publicada en la Voz de Asturias (Oviedo) de la conferencia impartida por el Dr. Vallejo en la Academia Médico-Quirúrgica, en la se explica que la malarioterapia es "un método muy sencillo consistente en la inyectar sangre de enfermo de terciana con el fin de que los paralíticos sufran diez o doce accesos febriles superiores a 39º ". En efecto, un buen número de los testimonios en los que se registra el vocablo hacen alusión a la naturaleza piroterápica de esta terapia y a la eficacia de esta inoculación (a través de transfusiones de sangre de enfermos maláricos) en los casos de parálisis general; este tratamiento fue descubierto por el psiquiatra austriaco Julius Wagner-Jauregg, a quien se le concedió, por este motivo, como señala J. Tomàs Cabot (1991), el premio Nobel de Medicina. Se consigna, en 1953, en el Diccionario enciclopédico de la editorial UTEHA, en el que se señala la sinonimia existente entre malarioterapia e impaludación.  Por lo que respecta al empleo y extensión de la voz malarioterapia, se puede comprobar que se atestigua con especial intensidad en la prensa española de las primeras décadas del siglo XX y en un buen número de textos especializados en historia de la medicina de comienzos del siglo XXI, dado que, como recuerda A. Colondron ("La psiquiatría en busca del tiempo perdido", El País [Madrid], 1980), a partir de la década de los sesenta del siglo pasado, "la penicilina desplazó a la malarioterapia".