decacordo

Con la acepción de 'instrumento musical de la familia de las arpas que consta de diez cuerdas' se documenta por primera vez en la Tercera parte de la General estoria de Alfonso X el Sabio, concretamente en el prólogo introductorio a la traducción alfonsí de los salmos davídicos. No hay constancia de una nueva aparición de esta voz hasta el Universal vocabulario de Fernández de Palencia, en 1490 ("deca en griego, significa dies [diez] en latín, et decacordo es instrumento de diez cuerdas para tañer, como el salterio, por el número del decálogo dela ley, et decas, decadis es volumen que contiene diez libros, et decalogus, sermón de diez mandamientos de la ley mosaica"); tanto en el Vocabulario español-latino como en el Lexicón de Nebrija se recoge la definición del decacordo como instrumento de diez cuerdas, pero en estos repertorios aparece bajo los lemas decachordum y decachordon. El vocablo se atestigua nuevamente en los siglos XVIII y XIX, en las traducciones al español de la Vulgata, como, por ejemplo, en la traducción de Scio de Miguel, de 1792, y sus sucesivas reediciones y revisiones, así como en la anotada de J. Palau, en 1846. Los últimos testimonios de los que hay constancia son los consignados en el Diccionario técnico de la música de Pedrell, en 1894. Como adjetivo, con el valor de '[instrumento] que consta de diez cuerdas', solo se registra en 1589, en los Diálogos familiares de la agricultura cristiana de J. Pineda, en referencia al salterio del rey David. La escasez de documentación de esta voz se debe probablemente a que, frente a otras como tetracordo, pentacordo, hexacordo o heptacordo, decacordo no pertenece directamente al ámbito de la música teórico-práctica, por lo que ha quedado, por lo general, reducida a la función descriptora de un elemento de diez cuerdas.

El compuesto decacordo-guitarra se documenta en 1894, en el Diccionario técnico de la música de Pedrell, para designar una 'especie de guitarra de 10 cuerdas, 5 montadas al aire y 5 dispuestas sobre un mástil'.