flauteado

Se documenta por primera vez, con la acepción 'grupo de instrumentistas en el que se otorga un papel destacado a la flauta', en un artículo publicado en el Correo político y literario de Salamanca en 1808. Con la acepción de 'registro de algunos instrumentos de viento que produce un sonido parecido al de la flauta' se atestigua desde 1816, en un artículo publicado en el Diario de Madrid, y solo parece mostrar testimonios en el siglo XIX. Como 'conjunto de registros e hileras de tubos construidos en un mismo diapasón o bajo unas mismas proporciones, que constituye el núcleo principal del órgano, llamado así por la analogía de forma, funcionamiento y sonido de la flauta, y que se sitúa generalmente en la fachada del instrumento', se registra en 1828, en un texto publicado en el Mercurio de España (Madrid); desde el siglo XVI se venía empleando su sinónimo flautado con esta acepción, voz que se mantiene hasta la actualidad. Con la acepción de 'sonido parecido al de la flauta producido por un instrumento musical de cuerda y teclado' se atestigua en Fortunata y Jacinta (1885-1887) de B. Pérez Galdós.

Los repertorios lexicográficos registran otras acepciones: 'alternado concierto de dos ó mas cosas que juégan ó trabájan á compas, produciendo sonidos análogos' y 'especie de concierto de dos o más instrumentos, en que sobresale dominado el melodioso tañido de la flauta' (1846, Diccionario nacional de Domínguez) y la circunscrita a Andalucía (España), 'escándalo, chillería', recogida en el Vocabulario andaluz de Alcalá Venceslada (1951).

Se documenta por primera vez, con la acepción 'semejante a la flauta por su voz o tono agudo' en 1616, en una carta escrita por Don Juan de la Sal al duque de Medinasidonia; no obstante, sorprende el lapso de tiempo que media con el segundo testimonio del adjetivo (localizado en el siglo XVIII). La edición de esa carta se incluye en un volumen titulado Extravagantes: Opúsculos amenos y curiosos de ilustres autores (Barcelona, Biblioteca clásica española, 1884), cuya consulta muestra que nos hallamos ante un texto claramente modernizado, por lo que no puede asegurarse completamente que ese sea el vocablo efectivamente presente en el original. Se consigna por primera vez en el Diccionario nacional (1846) de Domínguezcon remisión a flautado, y en la tradición lexicográfica académica a partir del DRAE de1925.

En el Diccionario de la lengua española (1917) de Alemany Bolufer se registra la acepción de 'afeminado, melindroso, remilgado', que no se consigna en otros diccionarios.