Lenguaje claro en la «Crónica de la lengua española 2022-2023»

«Imaginarios culturales y lenguaje jurídico claro»

Por Betsy Perafán Liévano. Artículo publicado en la «Crónica de la lengua española 2022-2023»

BETSY PERAFÁN LIÉVANO

Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes (Colombia)

■ Introducción.
■ Los imaginarios culturales sobre la comunicación.
■ El efecto de los imaginarios sobre la escritura y en la oralidad jurídicas.
■ La definición y la importancia del lenguaje jurídico claro.
■ Conclusión.

En el presente capítulo se exponen algunas creencias sociales que tienen un impacto negativo en la manera de comunicarnos, pues se deja de lado el propósito de lograr la comprensión de lo escrito o lo dicho. Entre sus consecuencias está el lenguaje oscuro de los textos jurídicos, que termina afectando al Estado, a la sociedad y a los propósitos del mismo derecho. Por ello se resalta la importancia del lenguaje claro en la escritura y la oralidad, y se llama la atención sobre la necesidad de transformar la profesión jurídica, para que los abogados sean cercanos a las personas a la hora de interactuar con ellas. Afortunadamente, iniciativas como la reciente creación de la Red Panhispánica de Lenguaje Claro ayudan a darles un giro a esos imaginarios y a modificar las prácticas comunicativas, en beneficio tanto de los funcionarios del Estado como de los usuarios de sus servicios.

INTRODUCCIÓN

En una investigación realizada en un consultorio jurídico 1, observamos la manera como el estudiante de último año de Derecho le daba información a la usuaria del servicio sobre las estrategias legales que ella tenía para resolver su conflicto. La señora se limitaba a asentir con la cabeza. Al salir de la sala, indagamos en la mujer la comprensión que tenía de lo dicho por quien la asesoró. Ella nos confesó que no había logrado entender la mayoría de las afirmaciones planteadas. Al preguntarle por qué no buscó aclarar sus dudas con el futuro abogado, nos respondió que, primero, porque no quería evidenciar su propia ignorancia; segundo, porque el servicio era gratuito y, por tanto, le parecía un abuso pedir explicaciones y, tercero, porque al comenzar la reunión el joven le dijo que tenían poco tiempo.

El anterior escenario ilustra una práctica común en los profesionales del derecho 2: su lenguaje (tanto verbal como escrito e, incluso, corporal 3) suele ser oscuro y poco empático. Dicha situación no es considerada una dificultad, sino una característica propia —e incluso, digna de elogio— de los abogados. Sin embargo, esta realidad tiene consecuencias indeseables en un estado democrático, como la negación de los derechos, la ineficacia de las instituciones estatales (también de las privadas) y la desconfianza en el derecho. En cambio, la comunicación en lenguaje claro —al acercar el Estado a los ciudadanos— facilita el cumplimiento de las normas jurídicas y el ejercicio de la democracia.

El presente capítulo describe algunos de los imaginarios culturales sobre la comunicación que contribuyen a esa concepción del derecho como una ciencia alejada de la sociedad. Luego, mostramos los efectos que tienen esas creencias en el uso de un lenguaje oscuro por parte de los abogados. Finalmente, y en contraste, exponemos los beneficios del lenguaje claro, especialmente en el ámbito jurídico.

Con lo anterior esperamos generar una reflexión sobre las conductas mecánicas —y muchas veces inconscientes— que seguimos los profesionales al expresarnos ante personas que requieren una solución o una respuesta del derecho a sus problemas o necesidades. Tal vez así nos motivemos a cambiar nuestro lenguaje.

LOS IMAGINARIOS CULTURALES SOBRE LA COMUNICACIÓN

Las creencias colectivas sobre la práctica comunicativa parecen tener un impacto mayor en las relaciones sociales que el propósito mismo de la comunicación: lograr que el receptor comprenda el mensaje que le da el emisor. A continuación, mencionaremos algunas ideas que guían la conducta de muchas personas y, en especial, de los abogados.

Si no entiendo, es porque soy poco inteligente

Existe la creencia de que, si alguien se comunica con un lenguaje complicado, que no logramos entender (por su estructura gramatical o por el uso de expresiones y términos poco comunes), es porque dicha persona es más inteligente y, en contraposición, quien recibe ese mensaje es tonto por no comprenderlo.

Ocurre entonces una situación similar a la del famoso cuento El traje nuevo del emperador 4: aunque todos ven al monarca desnudo, nadie se atreve a decirlo, porque se supone que no ver el traje es señal de estupidez y de indignidad en el cargo que se ostenta. De modo que, para parecer inteligentes, todos alaban el vestuario de su gobernante (como quien elogia al conferencista o al escritor al que no le entiende). Al final del cuento, los creadores de esa farsa resultan victoriosos y se van con una gran cantidad de dinero. De igual manera, quienes se benefician con el uso de un lenguaje incomprensible muchas veces son individuos que pretenden engañar y, como no nos atrevemos a confesar nuestra «ignorancia» y a exigir el uso de un lenguaje claro, no hay ningún reproche social.

La brevedad es señal de poca calidad

Otro imaginario social es que los textos extensos o las exposiciones largas indican mayor esfuerzo y dedicación. Desde el mismo sistema educativo es posible notar que aquellos estudiantes que entregan trabajos con más páginas suelen tener mejores notas. En esas hojas, los alumnos dan cuenta de lo mucho que investigaron (así, finalmente, todo ello no haya sido útil para el propósito del escrito) y usan términos o frases que tal vez no comprenden, pero que hacen creer al profesor que tienen un buen dominio del vocabulario propio de la materia. En el mismo sentido, si un estudiante entrega un texto breve (con apenas lo necesario), puede dar la sensación de no haberse esforzado lo suficiente.

Así mismo, en la vida profesional, si, por ejemplo, el apoderado le entrega a su cliente una demanda de tres páginas, el cliente puede considerar que ese abogado le está cobrando demasiado, dada la poca cantidad de hojas; por el contrario, el usuario del servicio puede creer que la suma de dinero es justa, si el escrito de demanda (o el concepto jurídico) tiene mayor cantidad de páginas. Por su parte, en un juzgado puede suceder que el abogado sustanciador o el magistrado auxiliar redacte el documento de sentencia de manera breve y su jefe le cuestione que haya necesitado una semana (por ejemplo) para escribir tan poco.

Dibujar es cosa de niños

Otra creencia sobre la comunicación es que recurrir a apoyos visuales (como dibujos) para explicar mejor una idea o un hecho demuestra falta de seriedad y de rigor. Así, se piensa que solo los menores de edad o quienes tienen alguna discapacidad necesitan ese tipo de ayudas y que quien las usa carece de madurez. Además, se puede sospechar que quien ilustra sus escritos lo hace por pereza, pues no quiere esforzarse en darse a entender por medio de palabras.

Sobre la seriedad, da la impresión de que este atributo es contrario a la diversión; en un escrito jurídico (como una demanda, un contrato, una sentencia o una respuesta a un derecho de petición), los colores y las imágenes indican falta de responsabilidad en el trabajo por el hecho de ser visualmente más amables y agradables.

El abogado tiene una forma particular de comunicarse

Por último —aunque probablemente hay otros imaginarios culturales—, se considera que los abogados tienen un estilo propio de comunicación llamado elegantia iuris. No es casualidad que esté escrito en latín, pues muchos de los términos y frases de ese idioma suelen ser usados por los egresados de Derecho como términos técnicos de su profesión (por ejemplo: litis, ad hoc, a priori, a quo, in fraganti, quorum). Esto es así porque, al menos en los países de corte continental —Europa y Latinoamérica—, en oposición a los anglosajones, el origen del derecho es romano.

Pero no se trata solo del uso de términos en latín; la construcción de las frases de los abogados suele ser compleja y se recurre a expresiones arcaicas o de poco uso por parte del resto de los hablantes 5. Aún más, esto se hace como un signo distintivo de la profesión, que da prestigio. Igual ocurre en la oratoria, donde poco se trabaja la empatía con el auditorio y la expresión corresponde más a la de una persona arrogante 6.

EL EFECTO DE LOS IMAGINARIOS SOBRE LA ESCRITURA Y LA ORALIDAD JURÍDICA

Las creencias colectivas acerca de la comunicación y su puesta en práctica tienen impacto en el ejercicio del derecho y —por consiguiente— en el bienestar social, incluso en los regímenes que dicen ser democráticos. A continuación veremos algunas de esas consecuencias indeseadas.

El incumplimiento de la ley

Una de las razones de la ineficacia instrumental del derecho es la incomprensión del contenido de las normas jurídicas 7. El lenguaje jurídico oscuro que tienen las leyes les dificulta a los ciudadanos, por ejemplo, el conocimiento de qué no pueden hacer (imaginemos la cantidad de decretos que se promulgan durante una pandemia y limitan derechos como la locomoción o el funcionamiento de ciertos establecimientos públicos).

También les impide realizar lo que sí pueden hacer, como crear veedurías ciudadanas, porque los trámites son confusos; así, se limita la posibilidad de ejercer control social sobre las actividades del Estado. Incluso para entidades de la rama ejecutiva y de la legislativa puede ser difícil cumplir las órdenes que les dan los jueces en sus sentencias (por ejemplo, para mejorar la atención de las personas privadas de su libertad en centros carcelarios), porque los funcionarios no logran comprender las indicaciones judiciales 8.

La falta de confianza en el derecho

Cuando los abogados se comunican de manera confusa, se puede generar una falta de credibilidad no solo en estos profesionales, sino también en las normas jurídicas. Por ejemplo, si una persona afectada por la decisión de un juez no entiende las razones de dicha decisión, puede pensar que el funcionario actuó de manera ilegal. Igualmente, si la exposición de motivos de una ley no presenta de manera clara la justificación para su existencia, el ciudadano podría considerar que dicha norma es injusta.

Yendo más allá, la desconfianza hace sospechar que los funcionarios públicos son deshonestos, que no tienen intención de proteger a los ciudadanos ni de velar por el bienestar común, sino que dan prioridad a sus intereses particulares. En estos casos, el uso de un lenguaje oscuro facilita el engaño. Los ciudadanos esperamos empatía y transparencia desde el Estado; la ausencia de lenguaje claro afecta esa esperanza.

La ineficiencia estatal

La falta de comprensión de los comunicados estatales afecta el funcionamiento mismo del Estado. Por un lado, los procesos se hacen más lentos. Por ejemplo, si un juez debe leer demandas y sentencias extensas y complejas de entender (por su falta de claridad, no porque el funcionario desconozca los términos técnicos de su profesión), va a necesitar mucho más tiempo para decidir, y eso aumenta la congestión judicial.

Por otro lado, sin un lenguaje claro, los servidores públicos deben dedicar muchas horas de su trabajo a resolver dudas y reclamos de los usuarios de su servicio 9. De hecho, las entidades suelen tener una oficina de quejas, que —igual que un juzgado— permanece congestionada por la cantidad de casos acumulados. De igual modo, el ciudadano ha de gastar más dinero y tiempo por no entender las respuestas, los formatos o los trámites que debe realizar. Por ejemplo, tiene que contratar a un abogado para que le explique (incluso cuando no es obligatoria esta intermediación) o repetir una diligencia porque no la hizo adecuadamente.

La negación de los derechos

Cuando el ciudadano no entiende la información jurídica, le es difícil incluso acceder al Estado para exigir la protección de un derecho, porque los canales de atención son complicados. Aún más, no sabe si puede hacer una solicitud fundamental para su vida, como reclamar ya su pensión o pedir un subsidio de vivienda.

Es muy diciente la experiencia de un campesino que acude a la oficina de la Registraduría más cercana para resolver un problema y, apenas entra, se encuentra con un obstáculo. Muy angustiado, le cuenta su caso a la primera funcionaria que ve, pero ella se limita a responderle: Señor, tome un digiturno. El hombre nunca ha escuchado ese término y, ante su cara de desconcierto, la mujer solo replica, esta vez con un tono de voz más alto y pausado: ¡Que tome un d-i-g-i-t-u-r-n-o! y le pide que se retire porque hay más gente en la fila 10.

LA DEFINICIÓN Y LA IMPORTANCIA DEL LENGUAJE JURÍDICO CLARO

Ante las dificultades que genera el uso de un lenguaje oscuro, aparecen movimientos internacionales y nacionales que cuestionan esta práctica y promueven la comunicación en un lenguaje comprensible 11, como la reciente Red Panhispánica de Lenguaje Claro, liderada por la RAE. En ese sentido, consideramos adecuado informar al lector sobre el significado de esta expresión y las bondades de su uso.

El lenguaje claro

Se ha hablado de lenguaje claro tanto en referencia a la escritura como a la oralidad. Una posible definición de lenguaje claro en la elaboración de textos es que corresponde a un estilo de elaboración de documentos por parte de las entidades que pretende transmitir la información de manera transparente y efectiva. Se caracteriza por organizar los contenidos y la estructura de modo concreto y preciso, y por un diseño que facilita la lectura y la comprensión. Permite un uso correcto, eficaz y eficiente por parte de los ciudadanos 12.

En cuanto al lenguaje claro verbal, se puede definir como una práctica comunicativa oral entre las entidades y los ciudadanos que busca la transmisión efectiva y transparente de la información. Se caracteriza por la cordialidad, el respeto y la concreción. Y pretende que el intercambio comunicativo sea comprensible, útil, correcto, eficaz y eficiente para los interlocutores 13.

La legitimidad del derecho

El lenguaje claro así definido mejora la eficiencia del Estado. Cuando el ciudadano comprende el mensaje, los funcionarios tienen menos dudas y quejas que resolver. Además, los usuarios perciben interés estatal en sus necesidades, y eso aumenta la confianza en las instituciones, con efectos sobre la legitimidad o reconocimiento del derecho.

En el mismo sentido, la comprensión de las normas jurídicas y de los fallos judiciales facilita su cumplimiento e incluso su aceptación, si la exposición de motivos de las leyes está en lenguaje claro o si la argumentación del juez es entendible. Por supuesto, el hecho de que el ciudadano las entienda no necesariamente trae como consecuencia que entonces esté de acuerdo con las normas o con las sentencias, pero, al menos, notará una preocupación del Estado por convencer a las personas de la importancia de sus mandatos o decisiones.

El ejercicio de la democracia

La comunicación en lenguaje claro genera ahorro para los usuarios, pues tienen que gastar menos recursos (tiempo y dinero para desplazarse o pagar trámites o intermediarios). Siendo así, es posible que las personas se animen a participar en la protección y defensa de los derechos, tanto individuales como colectivos, y a ejercer sus deberes (como la vigilancia de la actividad estatal). Incluso a la hora de votar es importante estar muy bien informado.

El Estado existe para servir a los ciudadanos, no al contrario. La idea del «contrato social» implica que las personas ceden parte de su libertad (por eso se someten a las normas jurídicas) a cambio de recibir protección y bie nestar. Es decir, porque les conviene. Por ello, en un Estado democrático de derecho, es fundamental que los individuos se sientan protagonistas de su vida en sociedad.

La creatividad, innovación e interdisciplinariedad en la comunicación

Por último, el uso de un lenguaje claro por parte del Estado invita a dejar el trabajo autómata, irreflexivo y mecánico que pueden tener los funcionarios. Ya que la comunicación comprensible abarca tanto el contenido como la estructura y la presentación de los textos, se requiere de propuestas novedosas y originales. Para ello, los abogados necesitan conocer otras disciplinas, como el diseño, las artes y la lingüística.

Son numerosas las alternativas que hay, por ejemplo, para presentar leyes en lenguaje claro. Al respecto, sugerimos al lector mirar las páginas web de Ley simple en Argentina y de Ley fácil en Chile. En ellas encontrará radio-teatros, infografías, formatos de pregunta/respuesta o narraciones de conflictos de la vida diaria, entre otros recursos que facilitan la comprensión de las normas jurídicas 14.

CONCLUSIÓN

Afortunadamente, en el cuento El traje nuevo del emperador una niña grita que el gobernante está desnudo. Solo en ese instante, los demás habitantes —incluyendo al propio emperador— son capaces de reconocer que ven lo mismo, ya sin temor a parecer poco inteligentes. Esta historia nos sirve como metáfora para ilustrar cómo algunas personas se han atrevido a alzar su voz para denunciar lo obvio (pues todos lo vemos): que la forma como se usa el lenguaje en los textos jurídicos los hace incomprensibles.

Al evidenciar esta situación y pretender la claridad en el lenguaje (no solo en su contenido, sino también en su estructura y diseño), tenemos que darles un giro a nuestras creencias sobre la comunicación. Así, debemos ser capaces de reconocer que hablar o escribir enredado no es signo de inteligencia, que la brevedad es una habilidad que puede indicar mayor dedicación y calidad, que el uso de dibujos muchas veces implica seriedad y rigor, y que los abogados tenemos la responsabilidad de comunicarnos en lenguaje claro, pues brindamos un servicio a la sociedad.

Lo anterior implica un cambio en la formación de los estudiantes de Derecho y de los ya profesionales; un salto hacia metodologías de enseñanza innovadoras, que den espacio a la creatividad y a la interdisciplinariedad en la escritura y en la oralidad. El escenario institucional es propicio: los numerosos movimientos nacionales e internacionales, como la Red Panhispánica de Lenguaje Claro, están generando conciencia sobre la importancia de estas transformaciones culturales y dan pautas para que la comunicación sea comprensible, sobre todo desde las instancias estatales, para un verdadero ejercicio de la democracia.

Notas

  1. 1 Rodríguez, A.; Molina, J. y A. Bonivento (2021). [⇡]
  2. 2 López, D. (2018) y Carretero, C. (2018). Además, evidenciamos la misma situación en otras diez observaciones de sesiones de atención al público. [⇡]
  3. 3 Durante toda la sesión, el abogado asesor permaneció de lado, diligenciando un formato. Así, casi nunca miró a los ojos a la usuaria y su postura corporal no se dirigía a ella. [⇡]
  4. 4 https://cuentosparadormir.com/cuentos-clasicos/el-traje-nuevo-del-emperador. [⇡]
  5. 5 Poblete, C. y Fuenzalida, P. (2018). [⇡]
  6. 6 https://elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=818. [⇡]
  7. 7 Vilhena, O. (2011). [⇡]
  8. 8 Rodríguez, A.; Molina, J. y Bonivento, A. (2021). [⇡]
  9. 9 Roseth, B. et al. (2018). [⇡]
  10. 10 https://selloeditorial.caroycuervo.gov.co/series/. [⇡]
  11. 11 Arenas, G. (2021). [⇡]
  12. 12 Bejarano, D. y Bernal, J. (2021). [⇡]
  13. 13Ibidem. [⇡]
  14. 14 https://www.argentina.gob.ar/justicia/derechofacil/leysimple y https://www.bcn.cl/leyfacil. [⇡]

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Arenas, G. (2021): «Lenguaje claro. Movimiento internacional y el proyecto latinoamericano», en B. Perafán Liévano (ed.), Por el derecho a comprender. Lenguaje claro. Bogotá: Universidad de los Andes, Siglo del Hombre Editores, pp. 53-84.

Bejarano, D. y Bernal, J. (2021): «La definición de lenguaje claro a partir de unas breves consideraciones lingüísticas», en B. Perafán Liévano (ed.), Por el derecho a comprender. Lenguaje claro. Bogotá: Universidad de los Andes, Siglo del Hombre Editores, pp. 23-48.

Carretero, C. (2018): «La importancia e influencia del uso del lenguaje claro en el ámbito jurídico», Pensamiento Penal 1 (http://urbeetius.org/wp-content/ uploads/2020/07/Cristina-Carretero-Pensamiento-Penal.pdf. p. 4).

López, D. (2018): Manual de escritura jurídica. Bogotá: Editorial Legis.

Poblete, C. y Fuenzalida, P. (2018): «Una mirada al uso de lenguaje claro en el ámbito judicial latinoamericano», Revista de Llengua i Dret, 69, pp. 119-138.

Rodríguez, C. y Rodríguez, D. (2010): Cortes y cambio social. Bogotá: De justicia.

Rodríguez, A., Molina, J. y Bonivento. A. (2021): «Una experiencia de lenguaje claro en el Consultorio Jurídico de la Universidad de los Andes», en B. Perafán Liévano (ed.), Por el derecho a comprender. Lenguaje claro. Bogotá: Universidad de los Andes, Siglo del Hombre Editores, pp. 409-440.

Roseth, B. et al. (2018): Wait No More: Citizens, Red Tape, and Digital Government. Washington, D. C: Banco Interamericano de Desarrollo.

Vilhena Vieira, O. (2011): «Desigualdad y Estado de Derecho», en C. Rodríguez (coord.), El derecho en América Latina. Un mapa para el pensamiento jurídico del siglo xxi. Buenos Aires: Siglo del Hombre Editores, pp. 25-46.

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