Lenguaje claro en la «Crónica de la lengua española 2022-2023»

«Gazapos de un día de leer y escuchar»

Por Víctor Manuel Ramos. Artículo publicado en la «Crónica de la lengua española 2022-2023»

VÍCTOR MANUEL RAMOS

Director de la Academia Hondureña de la Lengua

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Según la Constitución de la República de Honduras, el idioma oficial es el español. Este idioma, limpio y con esplendor, se rige por las normas acordadas por la Asociación de Academias de la Lengua Española de los países de habla hispana, asociación en la que están incluidas las academias de los Estados Unidos y de Filipinas. En Honduras, en la actualidad, el ejercicio de la profesión de periodista requiere la posesión de un título en Periodismo otorgado por alguna universidad, nacional o extranjera, y la pertenencia al Colegio de Periodistas de Honduras.

Esto supone que quienes trabajan en los diarios y en las emisoras de radio y televisión cuentan con el conocimiento adecuado de la lengua para ofrecer a los lectores y a los escuchas y videoescuchas el conocimiento suficiente de la lengua española y de su gramática, de un lenguaje limpio, libre de errores ortográficos y de errores gramaticales. Desgraciadamente, ese no es el caso y muchos periodistas acuden al uso de vocablos no aceptados en el diccionario de la Real Academia Española, que ahora se elabora con la cooperación de las demás Academias de la lengua.

Con el afán de mostrar los errores que frecuentemente aparecen en nuestros diarios, hoy hago un examen, a vuelo de pájaro, de dos diarios, porque sé que los compañeros que laboran en ellos apreciarán los señalamientos que les apunto y que los corregirán, con el objeto de brindar a los lectores hondureños un lenguaje que se ajuste a las normas que establecen las academias iberoamericanas, que son las que regulan el uso del español, declarado lengua oficial de Honduras, muy a pesar de que en Honduras tenemos más lenguas habladas por grandes grupos de población nacional.

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Hay una nota de duelo en la que el cuerpo gerencial se compunge por la muerte de uno de sus socios. Pero en el diccionario no existe la expresión cuerpo gerencial. De tal suerte que debe buscarse un vocablo en consonancia con las disposiciones de nuestra lengua oficial: la gerencia, por ejemplo.

Según las normas del idioma, las siglas se escriben con mayúscula: Indufesa, Unah, Zede, Dinaf están mal escritas porque deben ir todas con mayúsculas.

En otra noticia, un diario se refiere a un tramo carretero. El diccionario nos define la palabra carretero: 1. Fabricante de carros y carretas. 2. m. Hombre que guía las caballerías o los bueyes que tiran de carros o carretas. 3. m. Persona que habla o se comporta con escasa educación o que blasfema con facilidad. También habla de su uso como blasfemia. Lo justo sería decir tramo de carretera. De la misma forma se ha puesto en boga designar a los sitios que reparan neumáticos con el nombre de llantera, o a los que venden rosquillas como rosquillera, o chicharronera a los que venden chicharrones. Esas palabras designan a las personas, y no a un establecimiento; por tanto, estos deberían llamarse llantería o reparadora de llantas, rosquillería, chicharronería, pues no decimos carnicera en vez de carnicería, ni lavandera en vez de lavandería ni pulpera en vez de pulpería. Así, usamos incorrectamente gasolinera en vez de gasolinería. Ah, y en el diccionario se llama llanta a lo que conocemos como ring. Pero se acepta como america-nismo la palabra llanta para nombrar al neumático. En Cuba la llanta es nuestro ring, y lo mismo en España. Una frase similar inadecuada es eje carretero.

En otra noticia se habla de metros lineales, pero la medida se llama metro, simplemente. Eso sí, hay metros cuadrados y metros cúbicos, pero los metros son metros sin más.

Al referirse a una donación que el Estado hace a los cafetaleros, el diario escribe erróneamente bono cafetalero, porque la palabra cafetalero sirve para designar al dueño de una finca de café. La palabra que viene bien para calificar a este bono es cafetero.

En los «Clasificados», y este es un error que se repite a diario, la palabra súper está escrita sin acento. Y en la página de avisos aparecen los avisos edictales, a pesar de que edictal no es un vocablo que aparece en el diccionario. Este es un buen momento para reclamarles a nuestros maestros que no nos enseñaron a leer correctamente algunas palabras: mis maestros me hablaban de cefálea, pero en los textos dice cefalea; laparoscopía, cuando está escrito laparoscopia de manera correcta; las mujeres se ufanan de usar la crema Nivea y no se trata de no ver por qué: aunque en la lata dice Nivea, en inglés, en español es nívea, pues níveo significa ‘blanco como la nieve’, blancura, que se supone proporciona el uso de este producto.

En la portada, con letras de gran tamaño aparece la palabra tablets, que el diccionario no registra, ofreciendo tableta como la palabra oficial. Esta palabreja del inglés se repite en muchas ocasiones en la edición de los diarios.

Con letras más pequeñas, en la esquina inferior derecha, hay otro titular incoherente: «Población ocupada de Honduras». El periodista debió escribir «Población ocupada en Honduras», porque lo que dice su titular es que la población está ocupada de Honduras, de su suerte o de su destino o qué se yo, y según el texto de la noticia no es eso lo que quiso expresar.

Otro titular: «El crédito sube apenas L. 11 700 millones al primer semestre». La contracción al no es la adecuada en este caso porque utilizó una preposición que no denota ubicación en el tiempo; por tanto, lo correcto es escribir «millones en el primer» o «millones durante el primer». Un poquito de estudio de la gramática de las preposiciones podría hacer que los periodistas dejen de insistir en su mal uso.

Un vocablo, con un significado que no tiene, puesto en moda por la cúpula de la policía: operativo. El diccionario clasifica a la palabra como un adjetivo; por tanto, no puede nombrar personas, animales o cosas. La palabra que en el diccionario aparece para designar las acciones de la policía para perseguir a los delincuentes o con otros objetivos sería operación: «una operación policíaca o policial», como más gusta ahora, porque antes se hablaba de las «estaciones de Policía» y hoy se prefiere «estación policial». Este mismo gazapo se encuentra en: «Realizan operativo…».

Llevamos la mirada a la página de la derecha y encontramos que «Los estudiantes pasan a una entrevista para darles un seguimiento personalizado al alumno». La acción de dar significa que ofrecemos algo tangible o intangible. En este párrafo asumimos que los estudiantes reciben un seguimiento, lo meten en su cartapacio o su mochila y se lo llevan a casa. Sin embargo, no creo que los estudiantes estén deseosos de llevar un seguimiento a casa que les sería inservible. La universidad, en vez de dar seguimiento, debe hacer seguimiento, ejecutar seguimiento. En esta misma noticia hay un error de concordancia: «incluye al menos cinco niveles de inglés ya que esta es…» La con cordancia nos dice que las palabras deben coincidir en género y número. «Niveles de inglés» es masculino por tanto no debe decirse esta sino este.

Mas adelante, tras este somero examen, llego a la página 19. Ahí encuentro: «Bachelet pidió ayer la puesta en libertad». Poner es ‘ubicar algo en algún lugar’. Libertad no es ningún lugar, por tanto no se exige «la puesta en libertad», sino «otorgar, dar libertad».

Pero el colmo está en el anuncio que publica mi querido compañero de universidad, el célebre médico Napoleón Galo Jordán, destacado desde que frecuentaba las aulas universitarias. Él pagó por ese anuncio, supongo, pero el diario no se ocupó en hacer una publicación limpia de errores lingüísticos: en lugar de «Disertación brillante en Congreso» debió escribirse «Disertación brillante en el Congreso…»; otro: en lugar de «del ovárico poliquístico» debió leerse «del ovario poliquístico»; sigo: «participó» por «participo»; «presentará» por «presentara», «trabajo en un evento» por «trabajo en evento», «medicas» por «médicas» (en dos ocasiones).

Hoy escuché a un locutor llamar a «transaccionar en un banco» para decir que hay que «realizar transacciones», y también pide «aperturar cuentas» en vez de «abrir cuentas». El mismo locutor informó que «construyeron un comunicado», pero debió decir «escribieron o redactaron un comunicado».

En otro diario, para ubicar una escena se dice locación en vez de ubicación, y los economistas hablan de «vender la idea», mientras las empleadas de la tienda nos piden que les «regalemos la firma».

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Más gazapos:

Distancia social. Distancia social es la que está establecida entre un burgués y un obrero, entre un terrateniente y un campesino. La distancia que hay que guardar para no contagiarnos del virus es simplemente una distancia física. El uso de distanciamiento social solo es para tergiversar el verdadero y correcto concepto de esta frase.

Levantamiento cadavérico. Esta es una frase que han popularizado los periodistas. Cadavérico es un adjetivo calificativo que en esta frase califica al vocablo levantamiento y no al sustantivo cadáver, como pretenden los escribidores que popularizan un hablar chueco y torcido. El vocablo como tal no puede ser cadavérico, ni así sea un cadáver el que levanta a otro cadáver, porque en todo caso lo que dicen es que el cadáver se levanta por sí mismo (de ser así no cabría la menor duda de que el reporterillo saldría desbarajustado) o que el hecho de levantar el cadáver es tan malo que da la impresión de que el acto del levantamiento tiene las características de un muerto. Lo que quieren decir estos personajes, que deben hablar el idioma español tal y como lo establece la Academia porque es el idioma oficial de Honduras, es levantamiento del cadáver.

Saludos a la distancia. Esta es otra frasecilla que se oye comúnmente en los programas de noticias en los que se permite la participación de los escuchas sin que los conductores de los noticieros la corrijan porque la aceptan como buena. Es casi seguro que quien saluda dirige el saludo al locutor, que lo acepta muy acaramelado. Pero realmente en la frase a lo que se saluda es a la distancia y a la distancia le importa un pepino que la saluden. En todo caso, deben decir saludo a los que están en la cabina, en la distancia, o saludos a Pedro, que está en la distancia.

Como ser. Esta es una expresión de la que muchos utilizan con el ufanamiento de hablar de manera exquisita. Ser es un verbo en infinitivo y para que el verbo, en español, se refiera a un sujeto debe conjugarse: Yo soy, tú eres, ellos son, nosotros somos, ellos son. Muchos inflan su ego cuando al hablar dicen como ser pepinos, tomates y sandías, porque no saben que lo correcto es decir como son pepinos, tomates y sandías. Esto cuando se trata de un sujeto plural, porque si fuese solo el pepino, uno solo, se debe decir como es el pepino.

Los chicos que trabajan como cajeros de los bancos se olvidaron de la palabra castellana abrir. Ellos, muy orondos, le preguntan a uno: «¿Va a aperturar una cuenta?». O nos advierten: «Ud. necesita aperturar una cuenta». Si se hojea el diccionario anterior a 2014, se encontrará que aperturar es un verbo inexistente. La palabra que sí existe es apertura, que se deriva de una palabra latina que da opérculo, que significa ‘ventana’. Así que, si se quiere hablar correctamente, digamos «abrir una cuenta», como dicta el buen español. Muy pronto es posible que encontremos en las puertas de los negocios: «Aperture y entre». O un facultativo ordenándonos: «Aperture la boca» o «Desaperture la boca». O una enamorada pidiendo a un chico que «aperture su corazón». No aperturemos ni desaperturemos los ojos porque es preferible que los abramos y los cerremos para no correr el peligro de una conjuntivitis gramatical.

Los bancos también han popularizado otra palabreja de la jerga, accesar, cuando en español debe decirse acceder, que es la palabra correcta en nuestro idioma.

Cuando uno va a comprar un café, el vendedor le pregunta a uno: «¿Café normal?». El parroquiano, que ya se metió esa insensatez en la cabeza, responderá que sí y, si no quiere eso, pues dirá que no. Yo siempre respondo, cuando me preguntan si quiero un café normal con azúcar normal, que mi deseo es que me den uno anormal, que es lo opuesto de normal. Pero lo cierto es que en las cafeterías no venden café anormal, sino cafés con diferentes denominaciones: capuchino, con leche, americano. Y si hay azúcar anormal, pues lo mejor es no comprar café o tomarlo amargo.

También sienten algunos locutores o escribidores engolamiento cuando dicen lo que es. Que vicio más horrible. Ya lo han dicho muchísimos, pero estos que dicen ser formadores de opinión no aprenden y siguen con lo que es, la incorrección como norma de su lenguaje.

En los periódicos escritos se ha popularizado otro término totalmente aberrante en el español. Se trata de locación, que es una burda traducción del vocablo inglés location. Así que no hay tal locación, sino ubicación (‘escenario, lugar’).

Por último, no podemos usar a nuestro antojo las conjunciones porque la gramática les señala su significado. Por eso, es insultante para el idioma la frase, usual entre periodistas, altos funcionarios de Estado y académicos sin academia, a lo interno. La preposición que indica que algo está en el interior o lo interno es en. Así que lo correcto es en el interior y no a lo interno, como tampoco es correcto decir para 1821, sino en 1821, cuando queremos ubicar algo en ese año o en otro.

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