Capítulo 2. Hacia un lenguaje jurídico claro

2.3. La claridad en el lenguaje jurídico

2.3.2. Los hechos

Sin embargo, la realidad no puede hallarse más alejada de este propósito. Los textos legales, judiciales y también los administrativos se ven invadidos por una terminología especializada y están redactados con bastante frecuencia en un estilo complejo, críptico, difícil de leer y de comprender. No es infrecuente que un ciudadano reciba una notificación escrita en un lenguaje del que solo reconoce el tono imperativo y terminante, sin que logre entender el sentido de la comunicación, los trámites a que tiene que someterse o los procedimientos de que dispone para reclamar o relacionarse con el órgano del que procede el escrito.

Y, sin embargo, nunca deberían existir obstáculos lingüísticos para que el ciudadano comprenda los textos que le imponen obligaciones o le reconocen derechos, sean leyes, sentencias o resoluciones administrativas. Algunas materias como la medicina, criticada siglos atrás por su lenguaje hermético, explican hoy a pacientes y familiares los pormenores de sus dolencias y enfermedades con un lenguaje más diáfano. Del mismo modo, los medios de comunicación se afanan por explicar de forma inteligible cuestiones científicas como los vaivenes del tiempo meteorológico, de la vida de los animales y de las plantas, de la geología terrestre, de la evolución, etc.

     

    Real Academia Española y Consejo General del Poder Judicial:
    Libro de estilo de la Justicia [en línea], https://www.rae.es/libro-estilo-justicia/hacia-un-lenguaje-jurídico-claro/la-claridad-en-el-lenguaje-jurídico/los-hechos. [Consulta: 30/06/2024].

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