Capítulo 8. Problemas de significado y sentido

8.10. Tautologías y contradicciones

Las oraciones constan de sujeto y de predicado. El predicado aporta una información novedosa y distinta de la del sujeto. En esta relación entre ambos elementos encontramos dos casos extremos: la tautología y la contradicción.

Un enunciado es tautológico cuando la información que aporta el predicado se halla contenida ya en el sujeto: Lo primero es lo primero; El que manda manda; No se puede hacer lo que no se puede hacer... Aunque lingüísticamente no informan de nada, desde un punto de vista pragmático, quieren decir mucho más de lo que dicen. Crean inferencias contextuales e implicaturas (→ 8.2.2).

Las tautologías son muy frecuentes en los razonamientos y en las explicaciones del lenguaje banal, cotidiano, familiar. También en las justificaciones y explicaciones de los políticos. Sin embargo, deben de ser obviadas de las justificaciones jurídicas, que se apoyan en la interpretación literal del lenguaje. Un padre que desee explicar los esfuerzos y sacrificios que hace por uno de sus vástagos puede justificarse diciendo: Un hijo es un hijo. Sin embargo, no parece normal que un juez utilice esta tautología para justificar que un padre ha de pasar una pensión alimenticia.

Las contradicciones, las paradojas y el oxímoron son fenómenos opuestos a las tautologías. En ellos, una parte de la frase niega lo que se afirma en la otra: La muerte me da vida; La alegría más triste; Vivo sin vivir en mí; Noche iluminada... Son comunes en el lenguaje poético, pero no son apropiados para el lenguaje jurídico.

     

    Real Academia Española y Consejo General del Poder Judicial:
    Libro de estilo de la Justicia [en línea], https://www.rae.es/libro-estilo-justicia/problemas-de-significado-y-sentido/tautologías-y-contradicciones. [Consulta: 30/06/2024].

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